Y se bajó del tren

Roge ha sufrido, desde que tiene uso de razón, la ira de su madre, una ira que ha demostrado con actitudes físicas y, más recientemente, con violencia moral. Por más que ha tratado siempre de complacerla, ésta no parece darse cuenta y lo único que ve en el chico es a un malagradecido, perverso e inconsciente. Su autoestima cada vez está más deteriorada y, no obstante la figura de su padre algunas veces presente, casi todo el tiempo Roge se siente solo. En el colegio las cosas no van mejor, y los demás chicos parecen no querer tratar con el “raro”, por lo que cuando no lo hacen víctima de sus pesadas bromas, optan por ignorarlo. La situación se ha vuelto insoportable para el pequeño Roge, por lo que, no pudiendo aguantarla más, ha tomado una terrible determinación…