La familia es el primer entorno social al cual pertenecemos, ya sea por nacimiento o adopción. Nadie escoge a su familia en un catálogo: ni los padres ni los hijos. La familia comparte no sólo el nombre sino también una realidad de vida intransferible, única y propia. La familia es la base del afecto y del desarrollo equilibrado de nuestras capacidades.
En este mismo sentido, la familia es el primer lugar de contacto social en cuyo seno se educa y forma al individuo y donde se aprenden las normas básicas para vivir en sociedad y las creencias que sirven a los hijos para construir su identidad personal.
No existe una norma para la formación de una familia, tampoco hay un tipo único de familia, sino una variedad enorme en su formación e integración. Con todo, el papel de la familia cobra mayor importancia en nuestros días debido a los problemas sociales, las crisis de identidad o los proyectos de vida .
Por otra parte, en la formación que proporciona la familia encontramos diversos criterios de selección y de valores, con los cuales se van generando formas de relacionarse y comportamientos, de manera que el tipo de familia que se establezca, influirá en las relaciones entre sus miembros, quienes a su vez reproducirán esos comportamientos en otros lugares y con otra gente.
Las familias tienen tres deberes fundamentales: la educación, la formación y el desarrollo integral de sus miembros en igualdad de derechos y deberes. Es en la familia donde primero obtenemos el derecho de expresar libremente nuestras opiniones, donde somos escuchados y participamos en las decisiones.
La familia es el mejor lugar para que los hijos se sientan queridos. Los apegos que los niños desarrollan con sus padres y hermanos generalmente duran toda la vida; sirven como modelos para relacionarse con los compañeros de curso, los profesores y otras personas con las que entrarán en contacto a lo largo de su desarrollo. Una persona que recibe afecto es capaz de salir adelante aun en las condiciones más adversas.
Educar y socializar son inseparables en la realidad y ambas se dan al mismo tiempo en la educación familiar. La familia puede transformarse, en ocasiones, en fuente de nuevos desafíos y problemas, porque también está expuesta a constantes situaciones que hacen complicada la convivencia familiar. Es, en fin, un refugio que protege a sus miembros de las dificultades y problemas de la vida cotidiana. Es un lugar que enseña a vivir sólo cuando realmente forma y cuida.
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